Beatriz Fallanza ha impulsado el grupo de apoyo al climaterio.

Nace el primer grupo de apoyo sanitario y emocional en el climaterio y la menopausia en La Rioja

Los síntomas van llegando poco a poco, de forma silenciosa, sin que una mujer, en muchos casos sea consciente. Comienza a notar que duerme peor, no se puede concentrar porque siente una especie de bruma que le inunda el cerebro,  se irrita sin motivo o se mira al espejo y no termina de reconocer su cuerpo. Quizá ni siquiera sabe que está iniciando la perimenopausia, esa fase de transición que puede durar varios años antes de que llegue la menopausia y la menstruación desaparezca por completo. Y que va mucho más allá de que la cintura desaparezca y de notar calor, los famosos ‘sofocos’, todo el tiempo. 

Como dice Beatriz Fallanza, matrona de los centros de salud de La Guindalera y Labradores, se desconoce todo lo que sucede en el climaterio, como se denomina esa fase de cambios que se producen cuando acaba la etapa reproductiva, “porque no se habla de ello”. Desde que comenzó a trabajar en el Servicio Riojano de Salud se dio cuenta de que era algo que había que visibilizar “porque cuando algo no se ve, no se le pone atención de ningún tipo”. Por eso, en 2005 comenzó a impartir charlas de forma altruista y en su tiempo libre sobre ello, y ahora ha impulsado el primer grupo de acompañamiento en el climaterio, dirigido a mujeres de entre 45 y 65 años

Este grupo forma parte de la Escuela de Salud del Servicio Riojano de Salud y se celebra el segundo lunes de cada mes, de 17:00 a 18:30 horas, en el centro La Guindalera (Calle Nestares, 10). Está abierto a todas las mujeres que deseen participar y solo requiere inscripción previa a través del teléfono 941 29 71 00 o del correo electrónico bfallanza@riojasalud.es

‘Que una mujer pueda venir y dedicarse un rato para compartir experiencias es algo muy valioso’

El objetivo es ofrecer información, atención y escucha en una etapa que “parece que queda escondida entre la maternidad y la vejez”, señala Fallanza. Las sesiones combinan contenidos sanitarios con acompañamiento emocional: se explican los cambios propios de esta fase, se ofrecen recomendaciones de autocuidado, hábitos saludables y recursos de apoyo, y se crea un espacio donde hablar con confianza. «Queremos que las mujeres sepan qué es normal y fisiológico en esta etapa y lo que es patológico y puede necesitar otro tipo de atención». Y también que se sientan acompañadas. Que sepan que tienen recursos y que hay profesionales para poder ayudarles. 

Fallanza lamenta el desconocimiento general sobre el papel de las matronas, a quienes se asocia casi exclusivamente con el embarazo y el parto, aunque su labor va mucho más allá y acompañan a las mujeres a lo largo de todas las etapas de su vida.

El grupo se reúne el segundo lunes de cada mes, de 17.00 a 18,30 en el centro de salud La Guindalera

A menudo, los síntomas que experimentan las mujeres “se pasan un poco por encima” en las consultas médicas o se abordan “con ansiolíticos”, a veces por falta de tiempo y espacio para que la paciente pueda expresar lo que le sucede. “Se han hecho diferentes estudios sobre la atención a la mujer y su calidad de vida en el climaterio, en los que se observó que siete de cada diez mujeres hablan de lo que les está sucediendo si se les pregunta”, incluso cuando ellas mismas no lo han identificado aún como parte de la perimenopausia.

La atención que se requiere durante el climaterio es multidisciplinar. La matrona cumple una función de asesoramiento y apoyo, pero en muchos casos será necesario derivar a otros profesionales cuando surgen cuestiones como la osteoporosis, aumento del colesterol, infecciones, problemas de suelo pélvico o temas vinculados a la salud mental. En esos casos han de intervenir médicos de familia, ginecólogos, psicólogos o incluso trabajadores sociales, cuando se detecta que las mujeres enfrentan una sobrecarga de cuidados, soledad o carencias de apoyo.

Un espacio para compartir experiencias

Las sesiones comienzan con una charla introductoria de la matrona y dan paso a un espacio de conversación entre las asistentes. Entre los temas que suelen plantearse están los cambios en la menstruación, los sofocos, el insomnio o la niebla mental, especialmente entre las mujeres en perimenopausia. Todas coinciden en sentirse distintas, a veces desconectadas de sí mismas.

Las participantes de mayor edad formulan más preguntas sobre el suelo pélvico, la incontinencia urinaria o la osteoporosis. Y a medida que el grupo gana confianza, también surgen conversaciones sobre sexualidad y los cambios en las relaciones de pareja.

En función de las preocupaciones que emergen, Fallanza ofrece recomendaciones sobre alimentación, ejercicio físico y otros hábitos saludables que pueden aliviar algunos síntomas. Y siempre recuerda la importancia de mantener “ganas de aprender, de cuidarse y de tener aficiones». “Es lo que nos mantiene despiertas”, añade.

Para esta matrona, lo más valioso del grupo es ese espacio propio que se crea para cada mujer, y la red de apoyo que se teje. “Que una mujer pueda venir y dedicarse un rato para compartir experiencias, que a veces son duras y otras muy emotivas y humanas, es algo muy valioso. Las mujeres se sienten valoradas y ven que hay otras personas a las que les importa lo que les pasa”.

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